29.12.09

una parte queda oculta

Qinhuai, de Shitao



(como me ha salido un pelo técnico el post, para quienes no estén por la labor, denle al play, las magníficas Cocorosie... Turn me on...)

Para sostener lo que uno desea, hace falta una letra* Esto lo decía Lacan en su seminario de La Identificación en 1961, en unos años en que acudiría al pintor chino Shitao para su abordaje no sólo del rasgo unario (einziger zug) freudiano sino también de la función de la letra, que para él es sinónimo de la escritura, y que relaciona estrechamente con el arte de la caligrafía china y japonesa. Aunque la escritura china y los ideogramas le sirvieron en su primera época para la generalización de la función de significante, años más tarde se trataría claramente de la letra, la escritura, y no tanto del lenguaje. La escritura o letra no es primaria ni es el lenguaje. Para Lacan necesita de dos tiempos: primero hay una marca, una inscripción, y luego una tachadura, algo que es ocultado o borrado. La escritura o la letra es la reproducción de esa tachadura (de ese olvido, de esa pérdida) y el mejor ejemplo es el del calígrafo chino: con un solo trazo horizontal, yi 一 que en chino designa no sólo el uno sino también el origen mítico cosmológico, el calígrafo es capaz de producir una tachadura sola y definitiva. El gran descubrimiento freudiano del inconsciente apunta precisamente a una tachadura, ocultación o ausencia de la cosa, necesaria para que podamos representárnosla, sin sentirnos invadidos por ella. El mismo sujeto del deseo es efecto de una operación de ruptura. Lacan dedica una lección de su seminario más chino, el XVIII, titulada Lituraterre a hablar de la letra como litoral o borde, límite o abarrancamiento del sentido: es como si la letra dejara oculta una parte de la cosa, la vaciara (se parece a eso que decimos que cuando le ponemos nombre a algo lo domesticamos, lo relativizamos). Lacan usa la metáfora de unas nubes y un resplandor haciendo litoral de la visión de la estepa siberiana desde la ventanilla del avión que le lleva a Japón. Las compara con las mismas nubes doradas que separan las escenas en las pinturas japonesas. ¿Cómo puede ser, se pregunta Lacan, que esa gente que sabe dibujar sienta la necesidad de separar las escenas por bancos nebulosos, si no es porque eso es lo que introduce la dimensión del significante? Es lo que hace Lars Von Trier, pensaba yo, por ejemplo, en sus películas introduciendo siempre cortes o separaciones por capítulos. Yo creo que, consciente de lo terrible de lo que cuenta, se esmera en al menos dejar claro que lo que hace es una ficción, y así debe leerse.
Shitao habla en un capítulo de los procedimientos que ha de seguir un pintor y entre ellos está el de la ruptura: para crear un universo libre de vulgaridad o banalidad, montañas, ríos, árboles han de ser representados sólo parcialmente, amputados de alguna extremidad; toda pincelada ha de verse interrumpida, aunque para hacerlo correctamente el pincel ha de ser completamente libre y desligado. En otro capítulo distingue entre pintura y escritura, también en el sentido freudiano. Mientras en la escritura la letra es un continente vacío y silencioso que el escritor deberá llenar, aplicando cualidades de plenitud, densidad y realidad material con la ayuda del relato y la cadena significante, en la pintura en cambio hay implícito un exceso de la cosa que requerirá de un vaciamiento.
Por eso, si seguimos a Lacan y a los poetas y calígrafos chinos, lo que define la escritura china no es su representación gráfica –esa idea tan defendida de que es una escritura gráfica y visual- sino su función paradigmática de letra. Con ello no quiero negar que los ideogramas sean percibidos como dibujos de cosas, sólo que esas cosas no se representan a ellas mismas, y que las palabras que usamos, funcionan tanto en oriente como en occidente de ocultamiento de lo que realmente queremos decir.

19.12.09

experimentar el mundo desde la construcción de una verdad

photo by St Stev



El trabajo de Albert Galvany sobre el Zhuangzi y esa reflexión badiouiana sobre el amor me pusieron en marcha, señalando un camino: experimentar el mundo a partir de la diferencia y la alteridad, el gesto o el movimiento y no la identidad. La filosofía junto al psicoanálisis, se han convertido en el mejor antídoto contra la asfixiante y embrutecida psicología por la que me obligan a pasar mis estudios. Y claro está: lo que uno construye, lo que uno debería defender, no es la identidad, sino una forma, una práctica de verdad sobre la que sostenerse. Así define Badiou el amor, une procedure de verité. El amor, -también podríamos decir la amistad, tal y como la entiende Zhuangzi según Galvany- plantea un problema casi metafísico, cómo lo que al principio no es más que puro azar, un encuentro azaroso y contingente con el otro, puede convertirse para cada uno en la construcción de una verdad, desde la que llegar a descifrar el mundo. La fidelidad no es para Badiou la exclusividad de los cuerpos, sino la victoria del azar, día tras día, en la invención de una duración nueva. Por eso el amor pide ser dicho o declarado, decir “te amaré siempre” tiene más que ver con la inscripción de una temporalidad nueva subjetiva en la que uno se sitúa para reinventar el mundo, que con el recuento de los días o los años. La lógica de la propia identidad es una amenaza, pues, para el amor idealizado -pero posible- de Badiou y mío; los celos proustianos ya no son vistos como constitutivos del amor, sino como un terrible parásito que lo dificulta o lo imposibilita. Me ha hecho gracia que Badiou, gran hombre de teatro, haga referencia a Samuel Beckett para hablar del amor: hay en Beckett, de quien se dice a menudo que es un autor de la desesperación y de lo imposible, algo particular al respecto: es también el autor de la obstinación del amor. El amor, es el elemento poderoso e invariable, escondido tras la apariencia de catástrofe en la existencia de sus personajes, su obstinación por durar… y esa referencia a Beckett me ha recordado la historia del gigantesco Ailanthus de Zhuangzi que también cita Galvany en otro artículo espléndido: un árbol tan enorme y extravagante, su tronco deformado por grandes nudos y gruesas ramas retorcidas, que, situado al borde de un camino, ningún carpintero o constructor cortará por considerarlo inútil. Como las palabras de Zhuangzi, extrañas e inútiles, que la gente rechaza por unanimidad. En el relato, Huizi alega que la dificultad para medir, controlar y regular las proporciones del árbol (sus medidas se resisten a los intrumentos de medición de la época) hacen de él una aberración, una anomalía. Del mismo modo, el estilo discursivo de Zhuangzi sin un objetivo político o moral definido, es inútil para la corte o la administración. Es lo mismo que se reprocha al loco, puesto que su saber es otro, y no es universalizable, es subjetivo e intransferible, pero no por ello es inútil.
También, en otro orden de cosas, se le reprocha eso al discurso psicoanalítico. Como no medimos, "curamos" ni diagnosticamos, no servimos para la pseudo-pretendida ciencia de los tubos de laboratorio. Como ese espléndido árbol gigante, sin embargo, acogemos a quienes toman el tiempo de vagar ociosamente, apartándose del camino, y reposan bajo sus hospitalarias ramas.

11.12.09

la aventura obstinada

monks under the snow by Bjornjapan

Hace unos días tuve la suerte de poder leer el bellísimo artículo de Albert Galvany, publicado este año en la revista Dao: A Journal of Comparative Philosophy VIII.1 "Distorting the rule of seriousness: laughter, death and friendship in the Zhuangzi".. En él A. Galvany muestra como en la obra del Zhuangzi existe una la íntima relación entre el encuentro con la muerte, la risa y la amistad. La aceptación de la muerte, nos dice citando algunos bellos pasajes, es indispensable para una existencia plena, entendiendo esta aceptación no como resignación sino como el resultado de una actitud vital en la que la vida no puede ser algo predeterminado y fijo, sino un proceso en continua mutación. Y apunta de paso otro de su temas de investigación, el de la enfermedad, las deformaciones y desarreglos corporales (los seres aberrantes en el Zhuangzi, los llama) en los que la armonía entre yin y yang se ha roto, pero su espíritu (xin 心) permanece intacto y liberado ( 自解 zi jie) – descubrí, buscando en la red, el título de otra ponencia suya, sobre la que espero poder leer pronto! , Mutilación corporal y transformación moral: alteridad e identidad en el Zhuangzi. -. La aceptación de la muerte y la enfermedad aparece en esos micro-relatos ligada al establecimiento de estrechos y genuinos lazos de amistad. De entre todas las formas de vínculo social, la amistad es la única que se encuentra fuera de las obligaciones familiares, jerárquicas o administrativo-comerciales, y se sustenta sobre una base de radical reciprocidad. Galvany habla de ésta como de un "encuentro temporal", cuya lógica y compromiso excluyen las leyes del interés y el cálculo, y funcionan en cambio sobre la espontaneidad y el exceso. La irrupción de la risa es su culminación, funciona como corte, (imposible no acordarse del humor o el chiste en Freud) y como agente de fractura en lo que atañe a la identidad y el decoro. Quien, a falta de esa apertura de espíritu, no esté dispuesto al tipo de entrega radical y espontánea requeridas por la amistad y la risa, permanecerá preso de su ego y de una asfixiante necesidad auto-referencial. Como Zhuangzi, Galvany avanza radical y lúcido. Vemos también cómo la complicidad genuina y liberadora entre los verdaderos amigos promueve, al igual que la dimensión de la muerte, la abolición de todas las distinciones narcisistas, sociales y jerárquicas, y nos invita a entender las relaciones humanas desde una perspectiva nueva y subversiva. La risa en Zhuangzi, concluye, puede ser considerada como el elemento cristalizador de este compromiso constante e inquebrantable con una existencia más espontánea.
El surgimiento de pensadores como Albert Galvany en el terreno de la sinología me parece un oasis en estos tiempos de embrutecimiento y homogeneidad intelectual, una aventura audaz y necesaria. Pensaba en un ensayo-entrevista de Alain Badiou, Éloge de l’amour, que me llegó hace unos días como regalo desde París. En él, el amor también aparece como un acto a contracorriente pero real y factible, ("la convicción actual tan extendida, es la que de que cada uno sólo busca su propio interés. Entonces el amor es una contraprueba, es la confianza puesta en el azar") Para distinguirlo de la ilusión o experiencia imaginaria del amor fusional, en el que no cree, también habla de él como un encuentro entre diferentes, un encuentro azaroso y contingente à deux. Es además un acontecimiento que permanece opaco y que permite contemplar el mundo desde la diferencia y no desde la identidad. Para Badiou Lacan es uno de los más grandes teóricos del amor. Lacan nos recuerda que en la sexualidad, aunque el otro sirva con su cuerpo como mediador, el goce que experimentamos es siempre el de uno propio. El sexo no une sino separa ("En el sexo uno está al fin de cuentas en relación consigo mismo, con la mediación del otro, el otro sirve para descubrir lo real del goce") En el amor, al contrario, la mediación del otro es también su finalidad. Para Badiou se trata de la construcción de una verdad. Lo que le interesa además es la cuestión de la duración. No que el amor deba durar para siempre sino que el amor confronte a cada uno con una temporalidad nueva, una forma distinta de durar, el deseo de una duración desconocida. Es Badiou quien habla del amor como una aventura obstinada. Y cita a Rimbaud: l’amour est à reinventer, on le sait…

29.11.09

sin embargo (sarinagara)

photo by Kevin Tierney

El viernes asistí a la presentación del libro de Philippe Forest, Sarinagara, en La Central. Mercè Altimir, que además de psicoanalista, es profesora de lengua y literatura japonesa se encargaba de presentarlo. No recuerdo ninguna otra presentación como ésa: en vez de limitarse a dar datos y exponer inteligentemente detalles sobre la escritura o el autor, Mercè nos sumergió en el universo de la novela como quien entra en un sueño o una pintura japonesa, llena de vacíos y de brumas, de no saberes, de silencios e imágenes que antes que decir, sugieren o evocan. Generosa como es ella leyó algunos pasajes breves y audaces en los que se transmitía la voz clara del autor, interpretó algunas de sus claves –las figuras, como espejos e interlocutores, de otros grandes artistas japoneses, el descubrimiento de sus ciudades, algunos acontecimientos vitales, la presencia constante de la pérdida, el duelo, la catástrofe, el abismo y el extrañamiento de estar vivo,- y sutilmente señaló los contornos de un itinerario, el de la lectura, que sólo al futuro lector concernía y que ella optó por dejar en enigma. Dijo cosas muy bellas acerca de la experiencia del fluir con las cosas del mundo y poder hacer algo con ellas, de la importancia de ciertos acontecimientos o imágenes que aunque pasan y son transitorios, sin embargo, nos acechan y se repiten, insistiendo, a lo largo de toda nuestra vida. Hacia el final, no pude evitar preguntarle a Forest si este tipo de presentación, más bien parecida a la de una pintura o caligrafía japonesa que a la de una novela, eran habituales en sus libros, o había sido cosa de la presentadora. Yo me sentía abrumada, él pareció contento y dijo que su intención había sido escribir una novela japonesa en francés, y que si la narrativa japonesa a finales de siglo XX se había basado en una copia de la narrativa moderna occidental, le parecía totalmente normal que escritores occidentales intentaran el gesto contrario, aun a riesgo de fracasar completamente en el intento, -como les había pasado a los autores japoneses, que habiendo querido copiar otras escrituras, habían acabado haciendo algo totalmente diverso.
El origen y sentido de la novela se encuentran contenidos, dice el autor en las primeras páginas, en un haiku de Kobayashi Issa,
Sólo rocío
Es el mundo, rocío,
Y sin embargo
El sarinagara (sin embargo) se me apareció como un pequeño satori (exhalación que rasga la tela opaca de los fenómenos y deja a la conciencia en un éxtasis sin contenido,- en palabras de Forest- de ese modo la mente se deshace de cualquier ilusión, constata que todo a su alrededor está condenado a perderse, asume su debacle, y en ello descubre una forma de alegría.)
En la locución adversativa, parecía articularse ese lugar doble que voy consiguiendo ocupar, gracias a lo chino y lo analítico, y en el que sí, descubro una forma de alegría. El sin embargo señala el gesto de disensión o renuncia de los que vengo hablando, de divergencia, de subversión, no sólo de adversidad, o de caída también de redención, o de revelación. Todo al mismo tiempo.
estar vivo sin más
a la sombra de un cerezo
es el milagro (K.Issa)
El sábado pasado me alegró poder participar en una parte de la estupenda jornada organizada por el IPB en el Colegio de Médicos de Bcn, acerca de las psicosis inadvertidas en la infancia. Silvia Tolchinsky reivindicó de manera muy bonita, frente a educadores y clínicos, la importancia y la necesidad de una clínica diferencial. Los conceptos utilizados hoy en día, la proliferación de trastornos y síndromes no remiten más que a la noción de norma, o de lo normativo. El síntoma capaz de dar cuenta de algo de lo particular ha cedido a favor de los trastornos generalizables, que pueden sumarse, clasificarse, y ser tratados globalmente. Fenómenos que han existido siempre como modo de expresión del malestar de cada uno en cada momento subjetivo se normativizan y se diagnostican, protocolizando las preguntas y las respuestas. Todo esto se hace más dramático cuando se aplica a los niños. No todos los fenómenos son patológicos, muchos de ellos sólo requieren de un acompañamiento y un tiempo para la elaboración de sus vivencias y la medicación también puede ser perjudicial, como hemos visto. Ciertos empujes a la normalización de los chicos, que no respetan sus tiempos ni sus particularidades, devienen factores de desencadenamiento o desenganche del otro. Josep Moya me resultó brillante y rotundo as usual, reivindicando por un lado el retorno a la psicopatología de la psiquiatría clásica, increíblemente desaparecida de la clínica actual, y aportando una nueva definición de la psicosis. La locura de hoy en día en el que disponemos de medicación que acalla y amortigua los síntomas positivos de la alucinación y el delirio, debería identificarse por esa lógica distinta a la del neurótico, basada principalmente en el fenómeno de la certeza. El proceso de la psicosis es aquel a lo largo del cual, en algún momento de su decir o su relato, presenta una certeza. Parece una banalidad, pero esta definición es una pequeña revolución. Hace unas semanas presenté un artículo muy poco convencional sobre la locura, basado en mis lecturas davoinianas (junto a Wittgenstein, Lin Tsi, Artaud…) temiendo que me excomulgaran de la comunidad analítica, y sin embargo, sé que algo hay ahí que debo de seguir buscando. Por cierto, no me había dado cuenta, pero el carácter que se utiliza para puerta en chino y japonés, 門 es el mismo que utilizamos para pregunta, como señaló Mercé.
la vida es corta
el deseo infinito (Issa)

25.11.09

el pensamiento como coreografía

monks shoes by Inferno Artist

Las Analectas de Confucio no remiten, como el diálogo socrático, a una enseñanza propiamente dicha. Son indicaciones coreográficas y escénicas, donde las palabras juegan un rol musical. Confucio se ocupó de elaborar procedimientos que permiten subvertir la función lenguajera del lenguaje a fin de que el sentido de las palabras sea dispar de su soporte verbal, de que el verbo adquiera, por esa transferencia de la significación de las palabras al contexto de su elocución, una eficacia casi divina. Tal es la razón del extraño sentimiento de desasosiego y admiración que suscitan las lecciones del maestro frente su auditorio. (…)
De naturaleza indicial, el verbo de Confucio sirve de esbozo de algo indecible, o más bien de algo que ha de ser dicho de manera indirecta, y cuyo rodeo supone una infinitud de ángulos de ataque. La palabra del maestro no es sólo otra para cada uno, es otra para ella misma, al situarse fuera de ella. La vacuidad o vacío de sentido es fuente de perplejidad; la perplejidad llama a la reflexión. Pero ésta no lleva a ninguna verdad. Sólo desemboca sobre una interrogación al final de la cual no queda sino el sentimiento oscuro y frustrante de la inminencia de una revelación que no llega nunca, y de la que Borges ha dicho que es lo propio de la experiencia estética
” (Jean Lévi, El Pensamiento como coreografía)

En el número de noviembre del Magazine Littéraire hay un pequeño dossier sobre (los 2500 años de) Confucio con pequeños artículos de varios autores, entre ellos éste de Jean Lévi y otro del brillante sinólogo y filósofo del que me habló Albert Galvany en París, Romain Graziani, que me ha gustado mucho. En ellos se desmontan algunos tópicos sobre la figura del mítico maestro y se intenta separar la obra, palabras y gestos del hombre y maestro Confucio, que no daba lecciones sino intentaba estimular a su discípulo, de la tradición que luego fue instrumentalizada y distorsionada, el mil veces versionado confucianismo. Simon Leys, citando a Lu Xun, dice que cada vez que aparece un genio original en el mundo, la gente en seguida trata de deshacerse de él. Para ello utilizan dos métodos: el primero es la supresión pura y simple, se le aísla y se le ignora.. Y si esto fracasa, se pasa al segundo método, más radical y temible: la glorificación. Mientras estuvo vivo, Confucio sufrió de lo primero, una vez muerto, lo segundo.
Me ha reconfortado la visión y lectura de Romain Graziani, que lo pone en relación con autores posteriores taoístas y los autores del Zhuangzi, (cómo estos se mofan de Confucio y lo ridiculizan pero también cómo aprovechan y recuperan aspectos esenciales suyos) y señala e identifica sentidos y enfoques de sus enseñanzas, sin los que para mí, no acababan de cobrar sentido. El Confucio que escucho en sus Analectas, dice Graziani, nada tiene que ver con el maestro erigido como emblema de la ideología imperial y patrón de la casta de letrados, predicando obediencia y lealtad a los superiores, sino con un hombre apasionado que vivió al margen, que desdeñaba la política y las cuestiones técnicas, y que fue en vida víctima de continuos ataques e incomprensión. Dice que Confucio inventó un estilo de vida inédito, el de la existencia al margen, por hastío y desprecio de las intrigas oficiales de su tiempo. Y que aunque él no llegó a cortar con la realidad de su siglo por razones éticas, admiraba los ermitaños que disimulaban sus talentos para pasar desapercibidos y vivir tranquilos. Imprescindible me parece también el énfasis que da al tono humorístico y cáustico del maestro, precursor del para mí exquisito estilo chan (o zen), que siempre me sorprendió, por no parecer seguir la visión moralista y conservadora con la que se le considera tradicionalmente.

Y aunque lo suyo sería despedirme con alguna bonita cita china, yo he relacionado el estupendo título de Levi, el título del post, con el apabullante testimonio de unos adolescentes norteamericanos a los que medican desde hace años con Ritalin, esa droga anfetamínica, prescrita indiscriminadamente para negocio de los laboratorios a niños a partir de, no sé, ¿cuatro años? frente a la gran coartada y mentira que es el trastorno por déficit de atención TDA o hiperactividad. Aunque este vídeo es americano, la cantidad de niños (mal) diagnosticados y medicados en nuestro país no sólo es altísimo sino que sigue en aumento. Vale la pena verlo hasta el final. Para verlo pinchar aquí.

18.11.09

cuando me paro


tarjeta postal comprada por Lola en la India, hace muchos años

A falta de tiempo para construir siquiera unas frases, para elaborar nada, posteo una imagen que quedó flotando en mi cabeza y mi escritorio.
Últimamente, cuando me siento con las piernas cruzadas e intento observar, escucharme, tengo una doble sensación: me encuentro en un lugar interior, que reconozco como mío, y al mismo tiempo estoy ahí fuera. Soy la que mira y la que es mirada al mismo tiempo, sé que soy yo y también sé que me encuentro en los otros. Y esa sensación me tranquiliza.

7.11.09

Del amor

Handsome WB by Phitar

Sigo sin tiempo, y eso hace que no consiga regresar a la blogosfera, perdonen pero sigo algo missing. Decido pues, en un intento de retornar, concentrarme en mis preguntas, son ellas las que me movilizan, y hacen que consiga hacer más de lo que me creo capaz. Me pregunto por el amor y no dejo de recordar una historia. Durante mi estancia en Pekín tuve una relación con un hombre. A pesar de que yo estaba recién llegada y apenas hablaba el idioma, él, que lo había estudiado en la universidad y vivido durant años en España, hablaba perfectamente el español. WB era tímido y discreto, le gustaba pasar desapercibido y hablaba poco de sí mismo. Cuando nos conocimos llevaba un año y medio separado de un matrimonio fugaz con una actriz y escritora pekinesa y vivía solo con su perro; era budista practicante y tenía un círculo de amigos muy interesantes, pintores, escritores, bohemios y emprendedores que fui descubriendo poco a poco. Durante ese último año, algunos de sus amigos no sabían que se había separado, ni siquiera sus padres con los que comía todos los domingos. No le gustaba hablar de su vida, era, como digo, reservado y tranquilo, muy chino.
Al principio de conocernos solíamos vernos para una tomar cerveza, o salíamos de la ciudad y tomábamos un té en algún templo de las afueras. Pasaban las horas, y no parábamos de conversar. Al poco tiempo ya estábamos viéndonos todos los fines de semana y nos llamábamos por teléfono durante la semana; comíamos o cenábamos viernes o sábado, y los domingos, día en que él comía con su familia, quedábamos pronto e íbamos a un templo o a un parque, al mercado de campesinos o al de los pájaros, paseábamos por hutones y nos dedicábamos a buscar o mirar trastos, grillos, visitábamos a un señor que tenía un puesto de semillas con las que se fabricaban los mala o rosarios budistas, y desayunábamos a la pekinesa, un bol de fideos fríos, unos panecillos mojados en vinagre y un vaso de leche de soja caliente. A los ojos de los demás éramos una pareja, y aunque lo amoroso se mezcló durante un tiempo y luego fue diluyéndose, lo cierto es que la verdadera naturaleza de nuestra intimidad era otra, y antes que nada pasaba por la palabra. En mí no resultaba tan extraño puesto que soy más bien habladora, pero en él resultaba asombroso. WB pasaba horas y horas hablándome de él y de todo, a veces en medio de una de esas charlas se excusaba por lo que él consideraba un exceso, pero luego reanudaba como si nada, y hablaba mucho más que yo. También compartíamos largos silencios, de esos que no son incómodos y que uno en todo caso agradece. Gracias a WB descubrí rápidamente una China a la que no muchos occidentales tienen acceso en tan poco tiempo, y encontré en ella algo mío que había venido a buscar hasta allí. No tengo claro qué encontró él, ni siquiera qué es lo que buscaba. Cuando a mi regreso a España se lo expliqué a una amiga analista, me dijo que lo nuestro había sido una verdadera historia de amor, y yo, que entendía sin acabar de entender (o de poder explicar), me di cuenta de que mi amiga me estaba enseñando algo.
El amor, según la definición de Lacan, es dar lo que no se tiene, - a quien no lo es, a quien no lo tiene, a quien no lo quiere… Las demandas incesantes del niño, por ejemplo, no tienen como objetivo obtener los objetos que reclama, salvo a título de signo, de signo de amor. También en la relación amorosa romántica, amar requiere asumir esa falta en sí mismo y en el otro amante, “única forma de asegurarse de que éste o ésta no viene a taponar, con una respuesta demasiado ajustada, el deseo que puede despertar”*
Ese desajuste de respuestas, de satisfacciones y de demandas es necesario, pues, para que algo del amor y del deseo pueda surgir y, sobre todo, mantenerse. Hay muchos que son capaces de describir cómo lo que más les atrae del otro es una fisura, una falta, un ángulo ciego. También en el deseo/amor sexual es necesario una parte (mucha, todo…) del fantasma, de lo reprimido, inconfesable o inconsciente.
Así como la metáfora del amor le sirve al analista para teorizar sobre la naturaleza de su propia práctica y de la transferencia del analizante, - “todo amor se basa en una cierta relación entre dos saberes inconscientes dice Lacan en su seminario Encore para refutar cualquier idea de acuerdo o acoplamiento entre psicologías o psiques- la relación sexual, el acoplamiento sexual, dice Lacan, “no existe”. Con ello no quiere decir que no practiquemos el sexo y sólo lo alucinemos, sino que la ilusión de un acople, de un real encuentro satisfactorio en el que nos fusionamos en un solo goce, le demos al otro lo que necesita, y el otro nos colme a nosotros no es más que eso, una bonita ilusión.
Para el “exiliado de la relación sexual” que es el serhablante* (al hablar uno no llega nunca a atrapar o decir lo que quiere decir, y sólo lo consigue a medias) el lenguaje es un magnífico instrumento de amor, como el laúd o el piano son un instrumento de música, el amor es además un instrumento valiente…
(* diccionarios de psicoanálisis de Roland Chemama y Pierre Kaufmann)

24.10.09

de la disensión

Gandem monks by Tlchim

No tuve tiempo de poner en orden mis notas sobre el encuentro entre R. Bernat e Iván Ruiz en el Lliure, ya que al día siguiente empezaba el taller de Trayectos y Afectos con 20 adolescentes chinos, que aún no tengo claro cómo resolver. Es un grupo demasiado grande, con importantes diferencias de edad, de nivel de idioma, y tampoco estaba nada claro el enfoque que podía darle a ese espacio; el colegio esperaba que les ofreciéramos un refuerzo escolar, la asociación que me ha llamado deseaba que fuera un apoyo a sus problemas sociales y afectivos, y por mi lado yo esperaba poner en práctica y añadir a eso una parte de escucha más psicoanalítica para la que llevo años formándome, invirtiendo y sacrificando sueldo, tiempo y libertad.
La necesidad de pasar de prisa a otras cosas, de dedicar tanto tiempo a un trabajo pecuniario que apenas resuelve mis necesidades más básicas, no deja que acabe de cerrarse nada… Parece entonces que las cosas no avanzan, y sin embargo….
Bernat planteó durante el encuentro muchas preguntas, algunas de ellas esenciales que quedaron sin contestar. Quizá encontremos una manera de continuar ese diálogo con él, dentro de otra modalidad o formato más pequeño. El otro día empezó ofreciéndonos un recorrido histórico muy bonito y cuidado sobre la figura del espectador. Me gustó especialmente cuando explicó el gran cambio que tuvo lugar en el s XIX para conseguir que el público se mantuviese quieto y se olvidara de su cuerpo. Fue entonces cuando se apagaron las luces de platea, y aparecieron toda una serie de instrumentos y aparatos muy relacionados con el uso de la luz, a fin de que apareciese un único punto donde centrar la atención y el espectador dejara de interactuar con los otros espectadores y consigo mismo, como ocurría antes. El objetivo de la sala a oscuras, y de ciertos elementos estructuradores del espacio público como la vitrina, el museo, la pantalla de cine más tarde, era el de imponer una disciplina necesaria para el acto de mirar, escuchar o presenciar. Pero como dijo Bernat el espectador ahora es superdisciplinado, no sólo porque se haya olvidado de su cuerpo, -me gusta cuando habla de la sujeción de los cuerpos en la sala de espectáculos o incluso exposición- sino también en su atención, en su limitado modo de respuesta, en su personificación de la llamada audiencia, (sino, ¿cómo explicarnos que la gente se trague tanta basura en tv, etc?) También habló de una hipertrofia de la figura del espectador, y de esa obsesión del creador y productor por tener público, por gustarle, por contar y alardear de audiencias. El artista y el psicoanalista, dijo, tienen un objetivo muy parecido, que no es transmitir ningún mensaje ni saber, sino poner al espectador frente a sí mismo.
Iván Ruiz nos recordó que el deseo, no obstante, era indisciplinado, aunque yo estuve de acuerdo con una observación de un analista, Juan Bauzá, preguntándose si, como analistas, nosotros no idealizamos demasiado el deseo, como algo esencial, y nos olvidamos de la dimensión más ética (que por suerte dejó bastante clara Lacan) de saber qué hacemos con el otro. También me gustó mucho lo que dijo I.Ruiz de que Freud nos enseñó que en el acto de mirar el sujeto se encuentra implicado de una forma rotunda, y cómo Lacan lo lleva al extremo cuando dice sentirse concernido (observado a su vez) por el objeto que mira.
Yo tuve muy presente a Slavoj Zizek. En su Pervert’s Guide to de Cinema, lo dice muy claramente. Lo “perverso” del cine (y del arte, digo yo) no es que nos diga lo que tenemos que desear, sino cómo hemos de desear. Y su idea que tan brillantemente recogió Roger, a partir de la escena de Gene Hackmann en el lavabo de un hotel en The Conversation de F.F. Coppola: cuando uno acude a un espectáculo, lo que espera no es precisamente que todo aquello que durante el día ha intentado olvidar y reprimir, tirando de la cadena del water para que desaparezca, vuelva a aparecer frente a sus ojos?
En esa manera de sentirse implicado, desde dentro y desde fuera al mismo tiempo, esté gran parte del quid del análisis. Me entraron ganas de leer a Walter Benjamin y a Paul Virilio, otros dos grandes disidentes. Me acordé de una frase de Bonhoeffer que leí en uno de sus ensayos, La inmediatez es una impostura. Pero todo esto y el intercambio extraño con los adolescentes chino me ha hecho pensar en la disensión que implica el amor, pero eso será para otro día…

10.10.09

qué pasa cuando no pasa nada?


Tea party, originally uploaded by tetsumaru.


Sin apenas tiempo para viajar ni física ni mentalmente estos días, me he dejado llevar por las imágenes de Hiraki Sawa, que descubrí en el blog de Hobby Horse, con su vídeo Gowing places sitting down. Dicen que en su universo los objetos inanimados parecen querer cobrar vida, y su apartamento se transforma en un peculiar paisaje atravesado por aviones y otros objetos migradores. Viajo sin salir de casa, yo también.

"Una vez, Fa Yen viajaba con dos compañeros en busca de la verdad, cuando sucedió que casualmente se resguardaron de la lluvia en un eremitorio perteneciente al gran maestro Ti Tsang Kuei Chen, si bien ellos no sabían quien era. Bajo un cielo lloviznoso, los tres jóvenes discutían entusiasmados, con cierta presunción y satisfechos de sí mismos, los problemas planteados por el famoso dicho del monje Chao: “El cielo y la tierra son de la misma y única raíz que mi propio yo, y todas las cosas son una conmigo” mientras Ti Tsang les escuchaba en silencio. Entonces de pronto preguntó: “¿Las montañas, los ríos, la tierra son una y la misma cosa que el sí mismo, o son diferentes?” “ Una y la misma cosa”, replicó Fa Yen. Acto seguido el anciano maestro, sin mediar palabra, levantó los dedos, les miró fijamente y se retiró a su habitación.
En cuanto dejó de llover, los tres jóvenes se dispusieron a marcharse cuando, repentinamente, el maestro Ti Tsang, señalando una piedra que estaba en el patio, dijo a Fa Yen: “Entiendo que tú sostienes la doctrina de que todo el mundo es una sola mente. Así ¿esta piedra está dentro o fuera de la mente? “ Sin duda está en la mente” respondió Fa Yen. Entonces, Ti Tsan declaró, “¡Qué fatigosa carga llevas en tu mente!¿A qué suerte de concatenación de causas se debe que tengas que transportar de aquí para allá en tu mente una piedra tan pesada?”
Fa Yen no supo qué decir y decidió quedarse allí para someterse a la vía espiritual de Ti Tsang."

Este extracto pertenece a un libro que acaba de publicar Trotta, de Toshihiko Izutsu, Hacia una filosofía del budismo zen, y que tiene muy buena pinta. Aquí en España se publican muchos libros sobre el Zen pero normalmente con una clara orientación esotérica poco interesante y banalizadora, con traducciones espantosas y versiones edulcoradas y simplificadas. Hay que celebrar pues esta edición mucho más interesante, consistente y rigurosa.

El libro retoma muchas de las referencias del maestro Lin Ji (o Lin Tsi), Rinzai en japonés, como ese "hombre verdadero sin ningún rango" que tan bien define el lugar del analista. También desarrolla generosamente otro concepto, bastante importante en la elaboración de noción de sujeto en psicoanálisis, y que a mí me ha interesado especialmente en el enfoque de la locura, que es la indistinción entre interior y exterior. "El problema del interior y del exterior es un psuedo-problema proque al plantearlo establecemos a la fuerza, por así decir, dos sectores independientes, los colocamos uno frente a otro y discutimos la relación entre ambos, mientra en realidad no se debe establecer semejante indistinción. Es un pseudo-problema porque está planteado donde no existe ningún problema y porque es discutido como si fuera real."

El otro día me acordé de todo esto viendo la estupenda película de Jaime Chavarri sobre la familia Panero, El Desencanto. Hay un momento en que Leopoldo, el más brillante y más loco, dice que su estancia en la cárcel fue en la que se sintió mejor, debido al hecho de que lo privado y lo público se encontraban indisociados.

El último capítulo del libro de Izutsu lo dedica a la eliminación del color en la pintura en oriente. Creo que aparece una idea sugerente, muy parecida a aquella cita tan bonita de Ortega y Gasset sobre la proeza de la traducción al transmitir a otra lengua lo que una lengua acalla, y es que "la verdadera y profunda belleza del blanco y negro se revela únicamente a los ojos capaces de apreciar el esplendor de los colores suntuosos e intensos con todas sus delicadas tonalidades y gradaciones".

Last call para nuestro encuentro del martes!

última hora: odio el fútbol y no suelo poder aguantar un telediario entero por la vergüenza que siento ante el trabajo de la mayoría (no todos) de periodistas de la televisión ejpañola. Me quedo, sin duda, con el desfile de Hu Jintao durante la celebración del día nacional, saludando a los camaradas.

24.9.09

Contes de l'incroyable amour

Hokkaido sea by Tetsumaru.

Me he recluído unos días para terminar algo pendiente, además de que continúo sin disponer de ordenador propio, porque el mío sigue en reparación. Les sigo leyendo intermitentemente, y sigo el viaje de Tetsumaru en su flickr. Me gusta la soledad de sus imágenes, tal vez porque explican algo de la mía.

El título del post pertenece al que es uno de mis discos favoritos, ever, Conte de l'incroyable amour, de Anouar Brahmen, brillante músico tunecino, intérprete él mismo del laúd (o oûd, como lo llaman ellos.) Siempre quise tocar el oûd... Lo he recuperado del fondo de una caja, lo cierto es que en esa época en que mi pareja era cellista escuchaba mucha música árabe, mucha cuerda también clásica, y por las mañanas me ponía un cassette con el ruido de las olas del mar.

Siguiendo los pasos de Davoine, e inspirada por Iluminaciones, con quien re-aprendo a mirar releí de una tirada el Teatro y su doble de Artaud. Efectivamente no es difícil encontrar las analogías con el trabajo de escritura y de transferencia que debe aparecer en el análisis. El doble que representa su teatro no es el doble de la realidad cotidiana y directa que conocemos sino de otra realidad peligrosa e inefable, imposible, que también experimentamos. El material que concierne al análisis no es toda esa habladuría banal que suele llenar una buena parte de las sesiones, y que ha de acabar agotándose, sino aquello imposible de decirse, de ser inscrito y que hay que acabar diciendo o inscribiendo, a través de ese espacio excepcional e íntimo de la transferencia. Me encanta una frase de un personaje de Davoine, un análisis no lleva más de dos semanas, pero hacen falta más de dos años para llegar a esas dos semanas. En el teatro al que apela Artaud, loco y visionario, como en la escena que buscamos los analizantes, hay una especie de sol extraño, una luz de intensidad anormal, donde parece que lo difícil y aun lo imposible se transforman de pronto en nuestro elemento normal.
Pensaba en una cita de un escritor y filólogo árabe que cita Freud en dos ocasiones,

"Lo que no puede tomarse volando
hay que alcanzarlo cojeando
…..
La Escritura dice: cojear no es pecado."
(Abu Hariri)

Tengo esa impresión de avanzar muy coja, casi arrastrándome, no conseguir levantar el vuelo. Está claro que nunca seré “uno de los nuestros”, y desde mis márgenes, las cosas del mundo parecen inalcanzables.

Señores, preparo una actividad para el próximo día 13 de octubre en el Teatre Lliure de Barcelona, se titula El desig en l'espectador (el deseo en el espectador), es el encuentro entre uno de los creadores escénicos más interesantes de este país, Roger Bernat, y un brillante y joven psicoanalista, al que tengo muchas ganas de escuchar, que además de ser un excelente clínico y estar especializado en temas que me interesan mucho, es compositor y músico, Iván Ruiz. El tema no es la escena ni en el creador sino la experiencia del espectador, sobre la que Roger lleva investigando un tiempo.¿Qué es lo que espera el espectador, qué es lo que le ocurre, qué es lo que sostiene su deseo, qué es lo que entra en juego cuando nos sentamos cómodamente en nuestra butaca, ante una pantalla, un escenario, o incluso cuando vamos a ver una exposición? Lacan, en su inspirada relectura freudiana desplegó una intelegente aunque extraña reflexión acerca de la mirada, a la que consideraba como objeto pulsional y de deseo, sin duda muy influenciado por su lectura de Merleau-Ponty. A partir de una experiencia personal de su juventud, en la que él se siente observado por un objeto al que está mirando, hace que la pregunta se dirija de nuevo hacia la experiencia del sujeto. El corto que escribí con imágenes robadas a Albértigo reflexionaba sobre eso. También Slavoj Zizek aporta algunas consideraciones interesantes. ¿vieron ustedes algunas escenas de su Pervert's Guide to Cinema?
No se trata de un simple encuento o mesa redonda, sino que la sesión está planteada como práctica de creación, o sesión de trabajo, en la que se hará una puesta en común, un diálogo en el que se incluirá al propio espectador, sin que sea uno de esas performances participativas que tanta pereza dan.
Les invito desde ahora a asistir. Entrada libre, y empieza a las 20h.
Volveré a hacer difusión, puesto que me preocupa la asistencia, y considero que la actividad se la merece.
Les dejo con el maestro Brahem, no se lo pierdan...



y también ésta, más mínimal

12.9.09

De lo que no tenemos

bus stop in Soya, by Tetsumaru

Algo de esas preguntas y vuestras respuestas sobre el ser quedaron flotando como polvo de arroz por mi casa. Como buena china que soy la pregunta sobre el qué no era tan importante como la pregunta sobre el cómo, o incluso el dónde. Me preguntaba concretamente estos días sobre el valor necesario para ser, para hacer, para intentar lo que somos. ¿De dónde lo sacamos, si en el fondo no lo tenemos, ese valor? ¿De qué está hecho y de dónde sale?
Después de años de creer equivocadamente que Descartes era un obsesivo de la razón, como serían hoy esos pesados cognitivos, y siguiendo los consejos de Davione, me deshice de prejuicios y estuve leyendo algo de su Discurso del Método. Descubrí a un señor bastante apasionante. Él mismo explica cómo después de acabar sus estudios se dedicó a viajar y a buscar por él mismo sus certezas: “Pero tan pronto terminé el curso de los estudios, al cabo de los cuales se acostumbra a entrar en la categoría de los doctos, cambié por completo de opinión. Me embargaban, en efecto, tantas dudas y errores que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el reconocer más y más mi ignorancia.” A veces no se consideró parte de los doctos, e incluso se abstuvo de publicar o de exponer ciertas cuestiones, sabiendo que su lugar era otro: “Mucho me gustaría proseguir y exponer aquí toda la cadena de las restantes verdades que deduje de estas primeras. Mas como sería necesario para ello hablar de muchas cosas que están en cuestión entre los doctos con los que no deseo indisponerme, creo que será mejor que me abstenga…” O también, con qué júbilo vivió su trabajo como si fueran revelaciones místicas: “No sé si debo hablaros de las primeras meditaciones que hice, pues son tan metafísicas y fuera de lo común que acaso no sean del gustote todo el mundo”. Es cierto, y creo que así lo explicaba Lacan, que Descartes resolvió y evitó enfrentarse a cuestiones más complejas y esenciales sobre la subjetividad con la baza divina, Dios. Pero tuvo el valor para cerrar su discurso admitiendo: “Y en efecto quiero que se sepa que lo poco que hasta aquí he aprendido no es casi nada en comparación con lo que ignoro y no desespero de poder aprender
Volviendo a ese valor del que carecemos, y sin embargo hacemos gala, ese valor que no poseemos muchas veces y que sin embargo usamos, y viéndome desprovista de la baza de ningún dios perfecto cartesiano, me acordé de las deidades japonesas que se encuentran por todos lados, y a los que no sólo se tiene en cuenta en construcción o rito, los Kami, sino a los que también se invoca para que nos den ese valor, nos protejan o nos guíen.

Buscando en el oráculo, descubrí que el kanji de su escritura es el mismo que espíritu en chino, shen, que combinado con el de esencia, jing, forman la palabra que designa el psicoanálisis 精神分析 (literalmente análisis de la esencia del espíritu, frente a la psicología, que en chino se escribe simplemente como 心理razón del corazón, o la mente, que viene a ser lo mismo en el imaginario colectivo)

Me pareció un acierto que en chino la psicología se sitúe dentro de ese corazón o mente, como la enervadura de un lugar de nuestro yo y nuestro cuerpo, mientras que ese otro saber sobre nosotros que nos aporta el análisis, quede des-localizado y pueda tener que ver más bien con ese espacio entre las personas, entre los saberes, y lo des-conocido.

Esta semana me enteré en el magnífico programa de filo de Raphael Enthoven en la radio de la publicación del libro de un joven filósofo, Cyril Deloro, cuyas investigaciones tienen lugar, en parte, en la intimidad de su consulta, intercambiando conversaciones filosóficas con pacientes psicóticos, "el otro no es un campo completo, sino una función".

Igual que Lacan me ha permitido hacer una lectura de lo oriental desprovista de lo exótico, la locura me está permitiendo acceder a lo filosófico, que nunca me apasionó, de manera vital. Y desconozco de dónde saqué el impulso para emprender tan extraño camino.


4.9.09

sólo la verdad es sexy

photo by masaaki miyara

Me acordé de esta frase atrevida, título de un disco del talentoso saxofonista afincado en Barcelona, Gorka Benítez, después de ver la película de I. Coixet sobre Tokyo. No vayan a verla. Y si ya lo han hecho o si por accidente se encuentran viéndola en el cine, aprovechen el tiempo puesto que es una buena lección de dramaturgia: ahí está casi todo lo que un guionista o dramaturgo debe evitar a todo riesgo. Todo es falso, innecesario y predecible. Los personajes no existen ni por sí solos ni en relación a los otros, y prácticamente nada de lo escrito merece la pena ser dicho, muy especialmente lo que se escucha en voz en off. Descubrirán lo que no puede ser obviado (en este caso la verdad, -con sus razones o sinrazones- de los personajes) y lo que sí debe ser evitado (intentar ser sexy, moderno y profundo copiando fórmulas y anuncios publicitarios, aunque sean los propios).
Esta mañana escuchaba en franceculture a un psiquiatra hablando de la relación entre memoria y salud mental. Basándose en la base más fisiológica de algunos procesos mnésicos decía que la psicoterapia era en el fondo una forma de aprendizaje o desaprendizaje. Me quedé pensando en esa idea de ir desaprendiendo (que no quiere decir olvidando) algunas de las ideas que nos obsesionan y gobiernan del pasado para captar algo de la verdad de nuestro presente y poder devenir más libremente.
La verdad, que no consiste ni sabe de fórmulas, tampoco es una cuestión de sinceridad, hay quienes a base de intentar serlo constantemente no hacen más que escabullirse. Y en cambio, con un buen par de mentiras, o a través de algunas fantasías, uno consigue ser más elocuente sobre lo que en realidad acontece.
Hoy he encontrado una frase de Wittgenstein que me ha gustado por su humildad tan china y me ha recordado a todo esto : ¿Qué es lo que se denomina observar? Más o menos: cuando se coloca en una situación favorable para obtener ciertas impresiones –con la intención , por ejemplo, de describir aquello que le enseñan. (de Lo Interno y lo Externo)

18.8.09

de algún resto

photo by masaaki miyara

No creo en mis sentimientos, ¿Cómo creérmelos? Son como nubes pasajeras. Cambian de lugar al tiempo que yo. Y en el mismo lugar también difieren de sí mismos. Los veo evolucionar y renuncio. Renuncio a la plenitud, a la dicha perpetua del sentir, renuncio al anhelado infinito, aunque presentido a veces, renuncio. (…) Vine aquí con mi hueco, vine montada en mi ausencia. De repente el vehículo desapareció. Me encuentro andando con las patas de los búfalos, con la única pierna del tullido, con las tres patas del perro y con su sarna y algo realiza por mí las funciones del cuerpo, sin mí.

Chantal Maillard, Diarios Indios.

Hay quienes vivimos nuestra vida desde un lugar distinto a su centro. La vivimos, pero desde otro lugar. A menudo cuando visualizo cómo me sostengo en el mundo sólo veo la figura de un compás. Siempre hay al menos dos lugares, si no más.
Los sentimientos no cuentan demasiado estos días, como Maillard no acabo de creérmelos. La nueva casa interrumpió la lectura de Damasio, pero entendí que son puros estados corporales, y ahora mi escucha apunta a lo que hay bajo de ellos, una especie de constante de barro o de resto.
Ayer me quedé pensando en unas líneas de Mishima que leí aquí. Me sigue interrogando el lugar de ese encuentro entre el mundo interior absolutamente individual e incomunicable, y el lenguaje que es universal y compartible, y los restos que produce. Como señalaba Iluminaciones, citando a Luis Gordillo, lo poético seguramente responda a una función corporal, secreción compensatoria, que se desprende de nuestro diálogo con la realidad. Lacan inventó una palabra, la “lalengua” para referirse a la articulación del deseo propio con la lengua, un “saber que se sabe sin que él mismo lo sepa”. Ojeo a ratos estos días la biografía de Lacan escrita por Elisabeth Roudinesco. Su escritura es brillante y luminosa, admiro el rigor y la claridad con la que escribe, cómo es capaz de relacionar acontecimientos, e influencias con la teoría y ofrecer las claves que permiten identificar el singular recorrido de ese hombre valiente y temerario. El talento de Roudinesco me ha recordado a las palabras Wittgenstein: Lo que puede decirse puede decirse claramente, lo que no puede decirse, hay que dejarlo en silencio.
Gracias a una consulta de Bel, he robado algo de tiempo a la noche para revisar unas pocas traducciones de poemas antiguos chinos. Profesión imposible y admirable la del traductor, con Bel aprendo a reconocer el talento de los buenos escritores, poetas y traductores, que a pesar de los imposibles, logran indicarnos un camino. Me preguntaba si lo particular de cada escritura, de cada poema, de cada traducción acaba de tener sentido cuando trasciende lo real, lo individual, lo universal y lo decible y aparece simplemente como resto.

12.8.09

我 家 (mi casa)

Beijing, photo by GraemeNicol

Después de muchos, muchos años sin casa propia, de errancia en un exilio voluntario, quizá necesario, me encuentro estos días de mudanza a mi nueva casa, que es de alquiler, que es temporal, que apenas sé cómo llegaré a pagar, pero donde por fin parece que tendré un lugar.
Durante este último año en el que buscaba sin que salieran las cuentas, sin encontrar nada que encajara, terriblemente desanimada, fantaseaba con otras ciudades y otros paisajes que imaginaba más hospitalarios. Curiosamente, mi nueva casa me recuerda a esas otras ciudades con las que soñaba, y desde lo alto de mi colina, diviso muchos tejados, a un lado el mar, al otro un bosquecillo tupido y enfrente unos cerros pelados con edificios ni demasiado altos, ni demasiado nuevos ni demasiado feos o cercanos.
También me ha hecho pensar en esos poemas chinos de embriaguez en templos, posadas y cimas de montes.

Sobre el monte Tongguan, poema tras la borrachera

Me gusta solazarme en el Tongguan,
mil años sin pensar en volver.
Deseo girar, y que al danzar mis mangas
acaricien el monte de los Cinco Pinos
Li Bai


Escrito en mi casa sobre las alturas en la ciudad de Liang Huang

Vivo en el lugar más alto
bajo mi mirada mil casas permanentemente
he acabado de escribir poemas y beber vino de arroz
frente a las numerosas cimas me adormezco solo.
Cen Shen

2.8.09

del anfitrión y el visitante


dressed-up, originally uploaded by ajpscs.


"Si en el camino os encontráis con un hombre que ha llegado a la Vía (Dao) ¡¡Sobre todo no le habléis de la Vía!!

Quien cultiva (quien habla de) la Vía, no la practica,
Toda clase de falsos objetos surgen,
En cambio cuando aparece la espada de la sabiduría, ninguna cosa queda en pie
…. Es el espíritu ordinario el que constituye la Vía."

(del libro Entretiens de Lin Tsi, traducido y anotado por Paul Démieville)

La escuela china Chan (que dio origen al Zen japonés) fue un movimiento de reforma que propugnaba un retorno a la praxis en contra de la importante tradición teórica y textual del budismo llegado de la India. Supuso también un proceso de sinización y traducción de esas doctrinas extranjeras al mundo chino. Paul Démieville explica en su prólogo que este movimiento anti-intelcual fue llevado al límite de lo irracional y puso patas arriba los monasterios del país. La locura, añade, siempre ha formado parte de la sabiduría china. Aunque ya había traído aquí algún fragmento de ese libro maravilloso, no ha sido hasta hace unos días que he podido hacerme con un ejemplar del mismo, y tener acceso a las interesantísimas notas del traductor y sinólogo (que fue el primer profe de chino de Lacan, no lo olviden!). Lin Tsi (o Lin Ji en actual pinyin) fue sin duda un hombre iluminado y con talento, y el libro está lleno de citas y anécdotas brillantes, que hoy se me antojan imprescindibles para cualquier aprendiz lacaniano
(ambas lecturas, la de Damasio y la de Lin Tsi provienen del mismo trabajo de investigación que llevo a cabo desde hace meses, aunque avance lentamente)

"La verdadera comprensión no se distingue de su contrario", dice el maestro.

O luego subiendo algo el tono blasfémico al que adhieren encantados: “Adeptos, no toméis al Buda por una culminación suprema. Yo lo veo como un agujero de letrina y los Bodhisttava (los santos) como seres que atan a los hombres con yugos y cadenas”

Cuando los monjes preguntan sobre la gran idea del budismo o sobre dónde se encuentra el Buda, suelen recibir como respuesta un gran eructo, un Khât, y si dudan un buen bastonazo. Son falsas preguntas, abstractas y discursivas. El monje no debe dudar, la deliberación es una trampa, la acción debe ser inmediata.

Las buenas preguntas deben ser sin ataduras y los sabios, hombres ignorantes del bien y del mal.

Cuando el maestro habla de la transmisión Chan no lo hace en términos de maestro/discípulo sino que habla de anfitrión y visitante, o consultante/consultado, y en vez de clases o lecciones habla de consultas. Se parece tanto al trabajo que algunos buscamos en el análisis que nada sorprende cuando el propio Démieville lo explica “de repente el maestro deja de serlo y el discípulo se convierte en maestro, el analizado en analista…

Reflexiona sobre diferentes modalidades de relación entre anfitriones y visitantes, y de cómo esos papeles se intercambian y se transforman en el encuentro, como tan bien explica F. Davoine en su libro sobre el trabajo analítico con la locura.

También hace otra referencia que es esencialmente lacaniana, cuando habla de que la sabiduría actúa como una espada, en su corte del pensamiento y las palabras (tal y como trabaja el analista en su interpretación, en como deja el sentido en suspensión)

Cuando el monje aparece el maestro alza el espantamoscas y ése es signo de que está dispuesto a entablar una discusión por poco convencional que ésta parezca. También me gusta cuando se refiere a los malos maestros como "zorros salvajes y larvas malignas" , y describe un encuentro con ellos: "el aprendiz se presenta al amigo de bien (el maestro o anfitrión) con un yugo sobre el cuello, cargado de cadenas. El amigo de bien le pone un nuevo yugo y lo carga con nuevas cadenas. El aprendiz está contento. Ni uno ni otro son capaces de discernir nada. Se trata entonces de un visitante examinando a otro visitante." Desgraciadamente hay malos analistas que actúan de esa manera, al igual que malos consultantes que sólo buscan nuevas cadenas. Y los temerosos del inconsciente o de lo que escapa a la conciencia lo utilizan para descalificar la valentía de quienes emprenden un trabajo de verdad.

Yo me quedo con las palabras de Lin Tsi, y sigo trabajando el arte de la espada y el espantamoscas,

"Mientras no aparezca la claridad, es la oscuridad la que resulta clara."

29.7.09

bajo un ginko protector

Real Jardín Botánico de Madrid, by gloriadon

Hice una escapada este fin de semana a la sierra madrileña para encontrarme con unos amigos patagónicos muy especiales y sus preciosos hijos. De regreso a la capital y después de cumplir con ciertos compromisos y disfrutar de la hospitalidad de amigos y familiares, sin tiempo para ninguna exposición ni paseo, arrastré mi exigua maleta por uno de mis lugares favoritos de la ciudad y una auténtica joya en este país arboricida: el Real Jardín Boténico de Madrid. Siguiendo la receta de Bel, me encomendé a los árboles centenarios bajo las ramas de un enorme Ginko, de cipreses robustos y altísimas y bellas secuoias, me sentí protegida y agradecida, admirada de la belleza y la diversidad de esos árboles y plantas que me hablaban de otros continentes, de mis viajes realizados y otros todavía soñados. Me llevé un libro magnífico parra leer en el tren, El Error de Descartes, de Antonio Damasio, neurólogo, investigador y hombre de luces. A medida que uno se aleja de la gente prejuiciosa e ignorante sin experiencia ni criterio, a medida que uno deja atrás el oscurantismo y pseudo-cientifísmo de los desafortunados new-age de la psicología y las “n(e)o-ciencias”, uno se da cuenta de que, en el fondo, quienes trabajan con rigor, honestidad y algo de valentía en los movedizos y a veces oscuros ámbitos de la psique humana, acaban coincidiendo en lo básico. Tal y como me habían dicho, -y ahora que ya tengo las bases teóricas para entender de lo que me están hablando-, he comprobado que la neurociencia actual está confirmando las bases neurales del descubrimiento freudiano acerca de la subjetividad y la experiencia del inconsciente. A quienes enfrenten las posturas científicas y la neurobiología con el psicoanálisis, les invito a actualizar sus lecturas sobre el tema y seguir informándose.
Damasio, además de ser un respetado investigador y profesor universitario en EEUU, citado a menudo en obras de referencia , es un magnífico comunicador, que me resulta poético:

Los sentimientos, junto con las emociones de las que proceden, no son un lujo. Sirven de guías internas y nos ayudan a comunicar a los demás señales que también pueden guiarles. No son intangibles y esquivos, contrariamente a la opinión científica tradicional son tan cognitivos como otras percepciones. Son el resultado de una disposición fisiológica curiosísima que ha convertido el cerebro en la audiencia cautiva del cuerpo

Damasio identifica en seguida el error actual de confundir el fenómeno con los componentes y operaciones que pueden encontrarse tras su apariencia. No expone sus ideas y ya está, sino que antes de defender ningún punto de vista ha desplegado un abanico de datos y casos clínicos, que hacen que no sea necesaria mayor justificación. El error de Descartes es para él el de separar cuerpo y mente, su tesis de que pensar es igual a ser, cuando se trata precisamente de lo contrario, en principio fue el ser y luego el pensamiento. Es a partir de nuestras estructuras corporales/cerebrales que apreciamos la realidad. El cuerpo, dice, es la vara de medición de la realidad. No sabemos a qué se parece la realidad absoluta. Y lo que diferencia nuestra mente de la de otros seres que también poseen mecanismos neurales es la creación de representaciones (neurales) que se convierten en imágenes (aunque no sean del todo visuales y puedan estar regidas por otro sentido, sean sonoras, de lenguaje…) Estas imágenes no se almacenan como fotografías ni se archivan, la memoria no consiste en recuperar, traer de algún sitio escondido. La memoria, tal y como él comprueba con personas que han sufrido diversas lesiones, es reconstructiva.
Tampoco existe un único lugar en el cerebro capaz de llevar a cabo una función cognitiva, sino que éstas surgen del concierto de varias zonas al mismo tiempo. A la hora de rememorar desencadenamos la reconstrucción en áreas diferentes. Al querer recordar un lugar, una cara, una voz, una frase, dice, ésta se encuentra distribuida, diseminada por todo el cerebro.
Parece ser que algunos matemáticos y físicos describen sus pensamientos más abstractos dominados por imágenes, a menudo visuales e incluso somatosensoriales.
Pero estas imágenes y representaciones organizadas topográficamente no son suficientes por sí mismas para configurar la mente. Hace falta que sean vividas como propias, correlacionadas en un complejo sistema de relaciones, que aunque comparable y compartible con otros, es único en cada individuo, y constituye su subjetividad, la base neural de su yo.
Damasio fue el primero en afirmar que las emociones, lejos de lo que se cree tradicionalmente, son necesarias para poder razonar correctamente. Resultó fascinante su estudio de grandes casos de la primera mitad del siglo XX de pacientes con graves lesiones en el lóbulo frontal, como aquel famoso Phineas Cage, cuyo cráneo fue atravesado por una barra de hierro. De regreso tuvo que interrumpir la lectura, que espero poder acabar este fin de semana. Inch’allá!